«Hace más el que quiere que el que puede». Bastan esas pocas palabras para dar idea de lo que han sido estos cinco años de historia. Una historia salpicada de dificultades, pero también de satisfacciones, desde la idea inicial hasta la realidad viva que representa la Banda de Cornetas y Tambores «Nuestro Padre Jesús del Perdón», de Alcázar de San Juan.

Un proyecto de este tipo es el fruto de muchos esfuerzos aunados. Sin la colaboración de cuantos han formado parte de él, hubiera sido imposible llevarlo adelante. Sin embargo, ha de haber una cabeza que sepa encauzar tanto sacrificio y dedicación, un capitán que marque el rumbo para que los sacrificios no sean en vano. Su labor es ingrata a menudo, su rigor no siempre es bien comprendido, de vez en cuando se ve forzado a aplacar algún conato de amotinamiento o a reconducir los ánimos por la senda que lleva al fin último: que la música brote de los metales y se filtre en los corazones. Todo lo demás es accesorio y, no obstante, cuántos desvelos, cálculos, viajes, llamadas… supone tener a punto también lo accesorio: cada elemento del uniforme, cada instrumento, cada salida, cada contrato… Ninguno de ellos lleva colgada la etiqueta de lo que costó, por la sencilla razón de que su valor no es computable: ¿quién le puede poner precio a la suma de ilusión más trabajo?

Quizá en la vida de las bandas, cinco años sean ya la mayoría de edad, y aunque el paso del tiempo aporta una saludable madurez, también supone un desgaste: los nombres cambian, los rostros se suceden… Sin embargo, el espíritu que anima a este grupo de hombres y mujeres sigue siendo el mismo… o debería seguir siendo el mismo. Cada brazada, cada golpe de remo, lo hacen posible. Pero además hay una mano invisible que es como un padre que no abandona a su criatura: un hijo puede hacernos sufrir y hasta decepcionarnos, y no por ello se le abandona a su suerte, aunque ya sea mayor de edad.

El futuro está por hacer. Es bueno felicitarse por lo que se ha conseguido, pero no recrearse demasiado en ello. El secreto para llegar a cumplir diez, quince, veinte años es no detenerse, seguir trazando el camino con las pisadas de nuestra propia marcha, o mejor dicho, de nuestras marchas. Solo así podremos lograr que siga ganando el quiero la guerra del puedo.

Enhorabuena a todos y seguimos aprendiendo…


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